Cuándo sospechar de alzhéimer, más allá de la pérdida de memoria

Unos 20 años antes de que se inicien los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer comienzan a depositarse en el cerebro proteínas tóxicas que son, de forma directa o indirecta, las responsables de la aparición del alzhéimer; una enfermedad edad-dependiente y en la que son muy frecuentes las pérdidas de memoria.

De hecho, se debe consultar si estas pérdidas de memoria aparecen a partir de los 60-70 años, ya que se ha constatado que el 8% de la población puede tener Alzheimer a los 70 años, porcentaje que se eleva al menos al 15% a los 80.

«Entre 15 y 20 años antes, estos pacientes van acumulando la proteína beta-amiloide y la proteína tau que son, en parte, responsables de que se desarrolle la enfermedad. Por eso es importante el desarrollo de técnicas de detección temprana, antes de que aparezcan los síntomas», afirma el doctor Rafael Arroyo, director del Servicio de Neurología de Olympia-Grupo Quirónsalud, centro que recientemente ha puesto en marcha un programa Brain Health para la prevención del deterioro cognitivo, trastornos neurodegenerativos y enfermedades cerebrovasculares.

¿Envejecimiento o alzhéimer?
Ahora bien, ¿cómo diferenciar que esas posibles pérdidas de memoria responden a un proceso neurodegenerativo y no a un fenómeno propio del envejecimiento? Este neurólogo, referente nacional e internacional en el estudio del Alzheimer, remarca que en la actualidad los especialistas son capaces de realizar una diferenciación de una enfermedad de Alzheimer incipiente de un deterioro normal por la edad.

Para ello, ve fundamental una buena anamnesis realizada por un neurólogo experto, así como una evaluación neuropsicológica y cognitiva por parte de personal altamente especializado.

«Cada una de las demencias provoca alteraciones específicas del cerebro: memoria, lenguaje, orientación, alteración viso-espacial, funciones ejecutivas,…. No en todas las enfermedades neurodegenerativas se falla en todos estos «dominios». Podemos diferenciar el Alzheimer de otras neurodegenerativas», advierte este experto, que también es jefe del Servicio de Neurología de los hospitales universitarios Quirónsalud Madrid y Ruber Juan Bravo.

Junto a eso, los estudios de resonancia magnética ayudan a conocer qué focos se ven más afectados, prosigue el neurólogo: «En la actualidad es muy importante la medición de la presencia de las proteínas Tau y de beta-amiloide en el cerebro. Ahora podemos detectar su presencia de forma temprana tanto en el líquido cefalorraquídeo como por técnicas de medicina nuclear a través de PET-TC en centros altamente especializados como el nuestro».

Síntomas más precoces
Aunque el doctor subraya que el inicio de una enfermedad de Alzheimer es variable, sí remarca que son muy frecuentes la presencia de pérdida de memoria. De hecho, sostiene que es habitual que los propios familiares sean quienes se den cuenta de la situación, porque el paciente no es consciente. «Cualquiera de estos cambios en personas de 60-70 años nos debe hacer saltar la alarma porque puede ser el inicio de una enfermedad de Alzheimer», incide el experto.

«Los pacientes suelen ser traídos por sus familiares, que se preocupan por olvidos frecuentes, reiteración de preguntas, dificultades en el lenguaje, problemas para realizar actividades que antes eran fáciles para ellos, cambios de humor o de conducta, pérdida de actividades de entretenimiento. Ante cualquier cuadro de estas características hay que sospechar que podemos estar en el inicio de una enfermedad neurodegenerativa», insiste el doctor Arroyo.

Con ello, indica que los síntomas más evidentes en este tipo de situaciones y por las que habría que consultar son los trastornos de memoria, los olvidos y las reiteraciones. Puntualiza este neurólogo que en fases más avanzadas puede darse incluso una tendencia a la desorientación y no poder realizar las actividades de la vida cotidiana de forma autónoma.

«Es bueno estar atento a la pérdida del lenguaje. El paciente tiene dificultad para encontrar palabras. También les cuesta planificar y resolver problemas que antes no les costaba. También son frecuentes los cambios de hábitos o el abandono de la socialización. Con el paso del tiempo, también se ven pérdidas de iniciativa. Todos estos hechos son lentamente progresivos y se denomina ‘demencia’ cuando empieza a limitar las tareas de la vida cotidiana», agrega.

La importancia de detectarlo a tiempo
En la actualidad celebra que se puede disminuir la sintomatología, si bien en la actualidad la Medicina no es capaz de detenerla: «Por eso es tan importante la detección precoz de esta enfermedad para iniciar pronto tratamientos nuevos (muchos de ellos se están investigando ahora) para detener el proceso degenerativo, que es progresivo».

Ahora bien, sí señala que existen tratamientos sintomáticos que tienen el objetivo de ralentizar la progresión de la enfermedad, además de que en los últimos meses están apareciendo resultados de nuevos medicamentos, de anticuerpos monoclonales (en este caso contra la proteína beta-amiloide), y aunque algunos no están dando los resultados esperados, otros sí muestran resultados esperanzadores. «Buscamos medicamentos que son más efectivos en los estadios iniciales de la enfermedad», afirma.

Además, el doctor Arroyo remarca que en el momento de la detección es «clave» que el paciente mantenga una importante actividad física, una intensa actividad cognitiva e intelectual, así como actividad social.

«Los pacientes deben llevar una vida ordenada y rutinaria; han de cuidarse los factores de riesgo cerebrovasculares, como la tensión arterial; deben eliminar hábitos nocivos como el tabaco, y es fundamental participar en talleres de estimulación cognitiva, que no solo ayudan a los pacientes, sino que ofrecen formación e información a los familiares», añade.

Así, y dado que muchos pacientes no reconocen la enfermedad, el especialista de Quirónsalud mantiene que es importante la labor de los cónyuges, de los hijos o de los amigos íntimos para detectar, en ocasiones, pequeños errores, olvidos, reiteraciones o cambios de humor o de carácter.

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